sábado, 3 de mayo de 2014

La Eucaristía, fuente de la gracia de Dios

Queridos hermanos, estamos en la resurrección de Cristo y es evidente que los discípulos todavía se muestran lentos en entender; el mismo Jesús les dice “hombres duros de entendimiento”, como que no se rendían ante la evidencia y no se daban cuenta de la realidad. Así Jesús fue apareciendo en distintas circunstancias y aquí es una de ellas, admirablemente.


A los discípulos de Emaús, que estaban tristes, abatidos, perplejos, desconcertados y perplejos, el Señor les dice algo fundamental recurriendo a la Palabra de Dios, indicando todo lo que se refería a Él. Es así que ante la tristeza, la perplejidad, el desconcierto, el desánimo, el escepticismo, hay que volver a la Palabra de Dios. Esa Palabra que nos ilumina, nos enseña, nos robustece, nos poda, nos alimenta. Luego está la presencia de Cristo vivo, presente en la Eucaristía. Es el momento culmen, la fuente, del Misterio Pascual. La Eucaristía es lo máximo para todos nosotros, como expresión porque se trata de la presencia del resucitado, la presencia del Dios vivo, que convierte el pan en su Cuerpo y el vino en su Sangre. Es el alimento que nos da vida. Es “el Pan Vivo bajado del cielo” La Eucaristía nos integra, nos reunifica y nos envía para vivir y hacer la comunidad. La Eucaristía es central ya que sin ella ni la Iglesia ni nosotros podemos vivir. Pidamos al Señor que la Palabra de Dios nos de fuerzas y que la Eucaristía sea aquello que nos una nuevamente, que nos potencie y que nos envíe para vivir en comunidad; pero esta comunidad debe tener repercusión social a través de la justicia, de la solidaridad, de la entrega, de la fraternidad y que no se reduzca a un pequeño ámbito. Los sacramentos nos potencian para, como dice el Papa Francisco, “salir a la periferia”. Que la Eucaristía sea nuestra cima y nuestra fuente donde recibimos la gracia de Dios y el sentido de nuestra vida, vocación y misión. 

Les dejo mi bendición, en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

 Mons. Rubén Oscar Frassia
Obispo, Diócesis Avellaneda-Lanús.

 Homilía correspondiente al Domingo 04 de mayo de 2014 – 3° domingo de Pascua.
 Evangelio según San Lucas 24,13-35 (ciclo A).

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