lunes, 17 de julio de 2017

Le ganó al vicio del juego y recuperó a su familia

Horacio Gigena, lodúpata recuperado cuenta su historia de lucha para evitar el cierre del centro de rehabilitación que lo ayudó a salir adelante. Llegó a perder un auto, una casa y estuvo a punto de perder a su familia. Una historia reveladora.



Horacio Gigena tiene 61 años y era adicto al juego. Llegó a perder un auto, una casa y estuvo a punto de perder a su familia. Hace un año y medio empezó a asistir al Centro de Prevención y Asistencia al Juego Compulsivo de Avellaneda, donde se brinda asistencia psicológica gratuita, y desde hace un año y 3 meses que no juega.

Sin embargo, la ayuda fundamental que reciben él y otros mil pacientes puede quedar en la nada debido al posible cierre de la institución. "Desde que empecé el tratamiento, recuperé a mi familia, recuperé todo", destaca Horacio.

"Yo jugaba todo los días", cuenta el hombre, que se gana la vida como taxista. "Hacía dos o tres viajes y me metía en un bingo. Vivís mintiendo, es peor que tener una doble vida amorosa. He perdido casa, taxi, y estaba a punto de perder a mi familia", rememora. Su familia está compuesta por su mujer y sus cuatro hijos, todos ellos mayores de edad y ya emigrados del hogar familiar en Wilde.

Ubicado en Mitre 2071, el Centro de Prevención del Juego Compulsivo de Avellaneda recibe semanalmente a unos 100 pacientes. "Acá todos llegamos cuando estamos a punto de perder o ya perdimos a nuestras familias", admite Horacio, quien tiene el proyecto de escribir un libro de cuentos sobre el que está trabajando. "Uno juega para no pensar. Aunque estés ganando mucha plata, el tema es seguir jugando", afirma, al tiempo que admite que "por lo general, los ludópatas venimos de situaciones conflictivas".

En su caso, esta situación tiene que ver con una supuesta diferencia que sus padres hicieron entre él y sus hermanos respecto a facilidades para salir adelante en la vida. "A mí no me dieron nada. En un momento dije ‘no me importa’. Pero cuando quise exponer mi caso me ponía a llorar, me quebraba. Resulta que sí me importaba", confiesa.

La amenaza del cierre no es nueva; desde hace meses los trabajadores de los centros asistenciales para ludópatas están en alerta y reclaman su continuidad. Y ese peligro sigue latente. En rigor, la idea es incluirlos en los Centros de Prevención de Adicciones (CPA), trasladando personal y pacientes.

Pero Gigena explica que la ludopatía "es una adicción muy particular, ya que no es una dependencia física como el alcohol o las drogas, sino que es psíquica. Es un tema de salud mental", agrega, para luego remarcar que "dentro de los CPA no podría desarrollarse el mismo tratamiento".

"Estos centros ayudaron a miles de familias. Acá encontramos un lugar para volver a empezar. Como siempre digo: ‘vinimos a desnudar nuestras miserias y encontramos muchas riquezas’", cerró. (Crónica).

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